sábado, 23 de enero de 2010

Alba descubre el hilo negro... o la importancia de llamarse Licenciado

Estoy colaborando con un proyecto sobre "democratización en México"... si, ajá.
Una de las cosas que tengo que hacer es conseguir entrevistas con políticos y "gente importante" en el estado de Veracruz. No es por snob (bueno, sí) pero una pensaría que decir que va de "El Colegio de México" ayudaría en algo (ilusa). La verdad es que una tiene suerte si alguien conoce la escuela, y la reacción de los más es "ahí estudió Verónica Castro" o "ah, sí, la de maristas". Pues no, pero ¿qué se le va a hacer?

Recientemente acabo de descubrir que los poderosos no son esos señores (y señoras, para que no me acusen las feministas) diputados, dirigentes de partido o de alguna organización civil. Oh, no, ellos están a merced del poder fáctico. Y ese poder no es el tío Fide, ni Felipe Calderón, son las secretarias.

Me explico. Una llega muy mona con su cv, copia del proyecto y copia de las preguntas bajo el brazo a la oficina de (inserte institución aquí) y antes de poder ver al diputado o director tiene que esperar en el lobby. Ante la mirada inquisidora de una secretaria que invariablemente tiene en su mesa una combinación de a) desayuno/lunch y b) catálogos de zapatos, lencería o tupperware, una explica que la entrevista es muy importante, que definirá los estudios sobre democratización, y si todo eso falla, pues que a una le pagan por esto y que se apiade.

Pero la señoras y señoritas que con su dulzura acostumbrada reciben a la gente ya se saben todas estas artimañas, supongo que no soy la primera que busca una entrevista. Y entonces resulta que
-Es que fíjese que el Licenciado está muy ocupado,
-Es que no ha llegado, y al rato se va a México y quién sabe si la reciba,
-Es que déjeme sus datos, yo le comento al Licenciado en cuanto llegue,
-Es que me dejó sus datos mal la vez pasada, y por eso no le pudimos llamar de vuelta,
-Es que están en junta, y pues no los puedo molestar,
-Es que cómo le explico que no, o sea, no, hay tiempo para darle la entrevista.

Todo esto me sucedió cuando yo me presentaba como "Alba León, de El Colegio de México". Entonces mi padre, con la sabiduría de los años me dijo "hija, ¿por qué no te presentas como la Licenciada Alba León?". Nunca pensé que funcionaría porque, a pesar de que efectivamente ya terminé la licenciatura, hasta en el cine me piden mi credencial de elector para pasar a ver películas clasificación "B", y de bares ni hablar... no me quieren vender mas que agua de jamaica. Pero vuelvo al tema.

A partir de entonces, llego igual con mi carpetita verde bajo el brazo, mis taconcitos, toda mona yo, y con paso firme me aproximo a las mismas señoritas de memoria corta, porque no me recuerdan, y les digo "Soy la Licenciada Alba León, y quiero una entrevista con (inserte nombre aquí)"
Ni tardas ni perezosas, las mismas señoritas me ven, me piden un momento, le hablan al secretario particular del entrevistado-to-be, y le dicen que está afuera una licenciada de México, con un asunto de suprema importancia sobre demo... algo, y que cuándo me puede recibir el personaje. Así cuando una se impone, y logra pasar al secretario particular ya tiene la entrevista. Pero para ello necesita ser licenciada.

Ahora que soy la Licenciada León, hasta me devuelven las llamadas... he, por fin, descubierto el hilo negro.

1 comentario:

  1. no sabes cómo me molesta ese detalle de la importancia de llamarse licenciado. Al menos aquí. Y ni me hagas empezar con el:
    -"¿qué pasó mi LIC!"
    -"pos nada lic, aquí nomás"
    En verdad, esas cosas molestas que nomás hacen más difícil la vida de un godinez. O intentar insertarse en ese mundo.

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