domingo, 24 de enero de 2010

Mis finos vecinos

La guerra apenas comienza.
Vivo en una calle pequeña, una bajadita de esas pintorescas, en el centro de la caótica ciudad de Xalapa, donde cada centímetro de espacio para estacionarse es precioso, y se puede llegar a derramar sangre por él.
Como la calle es de dos carriles, hay que dejar uno para la circulación (pfffffffff), así que mi padre se estaciona en la acera de enfrente, en la calle, afuera de la casa de los vecinos.
Pero no todo el mundo tiene la dudosa suerte de vivir en esta calle, y hay gente que necesita espacios de estacionamiento. Sin embargo después de algunos "encuentros cercanos del tercer tipo" con los vecinos, entiendo por qué sólo los ilusos y los que no saben se estacionan aquí.

Para muestra, dos perlas:

a) A alguien se le ocurrió estacionarse medio bloqueando una de las entradas, que claramente están marcadas como "no estacionarse, se ponchan llantas gratis". Bien, sobre advertencia no hay engaño, y estas señoras son bastante serias en cuanto a sus amenazas. Pero bueno, la cochera no se usa tanto, y generalmente está libre. Como a eso de las 6 pm llega la dueña de la cochera y, al ver que hay un coche medio bloqueando su entrada, hace lo que cualquier persona racional haría:
se estaciona enfrente de su otra cochera y se baja del coche. Eventualmente la otra señora quita su camionetita y todos contentos, ella mete su coche a la cochera.

Perdón, ese sería un mundo ideal, al estilo Pocahontas. Fue un sueño, pero ya desperté. Lo que en realidad sucedió:

Esta señora fue pararse a media calle, bloqueando el nutrido tráfico que bajaba a las 18hrs., del centro (para ahorrarse, irónicamente, el tráfico del centro), y para aderezarle, puso su bendito claxon a funcionar con gusto.
Lo mejor fue que la otra señora finalmente se dio cuenta de por qué uno debe tomar muy en serio eso de los cartelitos de no estacionarse. Se subió a su camioneta y una vez que prendió su coche (ojo, no se movió, sólo prendió el coche), mi fina vecina se le paró enfrente y usó la otra cochera. Es decir, metió su coche antes de que la camionetita que bloqueaba su *otra* entrada tuviera oportunidad de decir "traigo las llantas bajas".

Pero una de esas que sí dan pena ajena fue el día que a un señor se le descompuso su tsuru afuera de la mencionada casa. Vaya, el señor tuvo que bajarse a empujar su cochecito, y lo peor de todo es que traía a toda su familia en él. El pobre hombre ya no sabía ni dónde meterse. Mi papá salió a ver en qué podía ayudar.
Y en eso aparecen en el balconcito que da a la calle las señoras de la casa. Aclaración, nadie iba a entrar o salir de la cochera, no estaba completamente bloqueada la entrada y bueno, era una emergencia.
Entonces comienza el show. La señora y toda su fina familia comienzan a gritarle al señor que quite su cochinada de coche (ojalá se lo hubieran dicho con esas palabras) de la entrada de SU casa y que si no puede, pues ellas le van a hacer el favor de llamar a la grúa (con costo para él, obviamente).
Mi papá movió su camioneta, y dejó que el pobre señor se estacionara en el lugar que generalmente nosotros ocupamos, hasta que llegó un mecánico y le ayudó a arreglar el coche. Pero durante este tiempo las señoras, mis finas vecinas, salían cada diez minutos a ver si la grúa se había llevado ya "el pedazo de chatarra ese" . Porque.ellas.son.dueñas.de.la."·$%·$%&.calle.

Esos son mis finos vecinos.

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