lunes, 15 de febrero de 2010

La falta de "factchecking" no se da sólo en México, pero al menos en otros lados los autores se disculpan

El otro día, y a propósito de este tema, leí un artículo en el Yale Daily News donde un autor estadounidense criticaba a Sarah Palin por supuestamente portar un brazalete negro, que se da a las familias de quienes perdieron a alguien en el ejército. El señor, un veterano se sintió ofendido por esta maniobra pues Track, el hijo de Palin volvió a casa a salvo.
Pero resultó que el brazalete de Palin no era negro, sino café oscuro, que simboliza apoyo para las familias que tienen a un ser querido en el frente, y así se lo hicieron saberen un artículo titulado "Faux Controversy Over Palin's Bracelet Shows Value Of Reporting Before Blogging".
Lo interesante en este caso es que en el artículo original aparece una disculpa del autor hacia Palin, por el error cometido. Ese pequeño detalle de un brazalete lleva a que se critique a quienes primero escriben una nota y después averiguan los hechos. ¿Y nosotros?¿ y la responsabilidad personal de quien escribe?

martes, 9 de febrero de 2010

La mala educación... vial

Vivo en Xalapa. La ciudad es conocida como la Atenas Veracruzana, aquí vivió Emilio Carballido, con sus gatos, vive Sergio Pitol, con sus perros, y hay una universidad que, al menos en lo que respecta a las artes, tiene un nivel bastante respetable.

Pero, y siempre hay un pero para cualquier idílico lugar, lo que sobra en Cultura--así con mayúscula--falta en cultura vial. Xalapa es una ciudad mal diseñada, con una planeación urbana casi inexistente, con pocas vías de desahogo de tráfico y con una población que va para arriba.
Yo no soy experta en temas de planeación urbana, sólo soy una persona que tiene que salir a hacer "el súper", trámites, ir al café o al cine, entre muchas cosas, en esta caótica ciudad. Soy, pues, un habitante más, que tiene que sufrir los estragos diarios del tráfico. Recuerdo cuando era pequeña, llegar a cualquier lado tomaba 15 minutos. Bueno, a cualquier lado que valiera la pena ir. Plaza Crystal era la orilla de la ciudad y para mí, vecina del centro, todo un lujo y un disfrute.

Hoy, para llegar a Plaza Crystal no sólo hay que salir con más de 15 minutos de anticipación. Hay que ir preparado, atento si se va manejando o con el dinero exacto si se va en taxi, para tardarse hasta 35 minutos, escuchar las mentadas de madre de todos los que van delante y detrás de uno en la interminable fila de automóviles y, cual si fuera uno en el periférico defeño, circular a vuelta de rueda y serpenteando entre los carriles aunque los conductores aquí son mucho menos duchos en eso. Están construyendo un puente que mejorará la vialidad de la salida a México, en teoría. El problema en sí no es el puente, sino que no hay desahogos viales mientras dura la obra. También, que no hay señalamientos visibles, ni personal de tránsito que dirija el tráfico durante las horas más difíciles del día.

Pero el problema principal, desde mi punto de vista, es que hay personas a quienes les dieron su licencia en una caja de cereal, o al menos así parece. Vaya, en el centro he visto incidentes en los cuales nadie se hace a un lado para dejar pasar una ambulancia con la torreta encendida. No estamos hablando de una patrulla, sino de una ambulancia que probablemente lleva personas a uno de los hospitales que tienen el infortunio de ubicarse en el centro de la ciudad.
El 1 x 1, programa que desde mi punto de vista es loable, no funciona en Xalapa porque siempre hay uno (o dos) que quieren pasarse y simplemente avientan el coche. Generalmente los que sufren son los peatones, por un lado porque ellos también hacen caso omiso de los señalamientos y se lanzan al tráfico cual toreros, pero también porque no hay una cultura de respeto al peatón.

Lo peor de todo es que todas esas construcciones privilegian la utilización del automóvil como medio principal de transporte, sin tomar en cuenta que Xalapa no tiene las condiciones necesarias de espacio ni de amplitud, para un parque vehicular tan grande. La ciudad seguirá teniendo problemas viales a pesar de los programas de planeación vial como la ya enterrada idea de los (mal) llamados ejes viales, simplemente cambiarle el sentido a dos avenidas amplias, y ya está.

No quiero decir que los ejes viales --incluso estos--sean una mala idea, pero no había un plan urbano maestro que tomara en cuenta los flujos vehículares y las necesidades de las personas para desplazarse en la ciudad. Tendría que haber sido un plan mucho más ambicioso y en el que no hubiera cabida para las consideraciones políticas.

lunes, 8 de febrero de 2010

Sobre los policías en todos lados

Esto no lo escribí yo, sino un amigo que vive en el D.F., pero vale la pena compartirlo.

Mis queridos amigos:

Estaba tan tranquilo en casa cuando de pronto un ruidajo espantoso me hizo pensar o que había llegado el Apocalipsis o mínimo se gestaba una terrible guerra nuclear. Luego, resultó ser algo peor: un grupo de simios de la Policía federal había hecho pedazos nuestro zaguán de la calle, entró al patio a destruir cosas y se disponía a derribar salvajemente la puerta de nuestra cocina.

Cuando se trató de hablar con estos sujetos respondían sólo sonidos guturales ininteligibles y, lo más candente, nos ponían sus pendejas ametralladoras a centímetros de nuestra cara. Mientras trataban de derribar puercamente la puerta nos decían que nos agacháramos o "nos iba a cargar la verga" (quizá en el lenguaje policial esta clave signifique que nos están protegiendo. ¿No creen?).

Luego, los ojetes puñeteros éstos se dieron cuenta de su burrada: el objetivo de su operativo era la casa de al lado, no la nuestra, y así quitados de la pena se salieron. Cuando preguntamos quién se haría responsable de sus pendejadas nos contestaron evasivas y majaderías. Cuando traté de filmarlos me blandieron un fusil en mi jeta. Por alguna razón me acordé del jefe policial Górgori de los Simpson, aunque él, sin duda, no es tan idiota.

Después, pasaron de lo violento a lo ridículo, pues cavaron en el patio de al lado (su misión era, según, encontrar un cadáver enterrado)... y tras once horas de búsqueda no encontraron nada. Puta, ni en la película de "Capulina detective" las autoridades hicieron tantas imbecilidades.

Al final, un policia ministerial dijo, con toda la conchudez del mundo, que los federales se habían "confundido". Ah, me sentí seguro de nuevo. Pero poco me duró el gusto, pues pensé que si para buscar un objeto inamovible, en un lugar que sabían estaba abandonado, ante personas que ellos sabían que estaban desarmadas e indefensas actuaron con esa imprudencia y violencia, ¿qué pasa cuando efectúan operativos más delicados?

¿Nuestra seguridad está en las garras de una caterva de policías rupestres, que ante el menor cuestionamiento civilizado te blanden un rifle y amenazan con matarte? No mames, aquí en Iztapalapa me siento más seguro de ver a los malandrines de siempre que a los pinches chimpancés uniformados y armados que conforman la Policía federal.

Llevamos tres años advirtiendo que sacar el ejército a las calles es una estupidez (recuerden que la mayoría de los policías federales son militares), y que la "guerra contra el crimen" debe ser, antes que nada, preventiva. Hoy, tengo todas las bases para decirles que el pinche Calderón inepto y mierda está jugando con fuego, literalmente, pues su estrategia dejó de ser tonta y peligrosa para convertirse en seriamente criminal.

Lamento importunarles con mis palabras, pero si hoy me pasó a mí, espero que mañana no a ustedes. Hoy, la policía, los "guardianes del orden", lograron lo que la delincuencia común iztapalapense no había podido hacer en todos los años de mi vida: no dejarme dormir tranquilo.

Perdonen lo ortodoxo del mensaje, pero cualquier vía es buena para mantenerse informados.
con todo, reciban un aguerrido pero fraterno abrazo.

Hector Alejandro

Preocupante, por decir lo menos!

domingo, 24 de enero de 2010

Mis finos vecinos

La guerra apenas comienza.
Vivo en una calle pequeña, una bajadita de esas pintorescas, en el centro de la caótica ciudad de Xalapa, donde cada centímetro de espacio para estacionarse es precioso, y se puede llegar a derramar sangre por él.
Como la calle es de dos carriles, hay que dejar uno para la circulación (pfffffffff), así que mi padre se estaciona en la acera de enfrente, en la calle, afuera de la casa de los vecinos.
Pero no todo el mundo tiene la dudosa suerte de vivir en esta calle, y hay gente que necesita espacios de estacionamiento. Sin embargo después de algunos "encuentros cercanos del tercer tipo" con los vecinos, entiendo por qué sólo los ilusos y los que no saben se estacionan aquí.

Para muestra, dos perlas:

a) A alguien se le ocurrió estacionarse medio bloqueando una de las entradas, que claramente están marcadas como "no estacionarse, se ponchan llantas gratis". Bien, sobre advertencia no hay engaño, y estas señoras son bastante serias en cuanto a sus amenazas. Pero bueno, la cochera no se usa tanto, y generalmente está libre. Como a eso de las 6 pm llega la dueña de la cochera y, al ver que hay un coche medio bloqueando su entrada, hace lo que cualquier persona racional haría:
se estaciona enfrente de su otra cochera y se baja del coche. Eventualmente la otra señora quita su camionetita y todos contentos, ella mete su coche a la cochera.

Perdón, ese sería un mundo ideal, al estilo Pocahontas. Fue un sueño, pero ya desperté. Lo que en realidad sucedió:

Esta señora fue pararse a media calle, bloqueando el nutrido tráfico que bajaba a las 18hrs., del centro (para ahorrarse, irónicamente, el tráfico del centro), y para aderezarle, puso su bendito claxon a funcionar con gusto.
Lo mejor fue que la otra señora finalmente se dio cuenta de por qué uno debe tomar muy en serio eso de los cartelitos de no estacionarse. Se subió a su camioneta y una vez que prendió su coche (ojo, no se movió, sólo prendió el coche), mi fina vecina se le paró enfrente y usó la otra cochera. Es decir, metió su coche antes de que la camionetita que bloqueaba su *otra* entrada tuviera oportunidad de decir "traigo las llantas bajas".

Pero una de esas que sí dan pena ajena fue el día que a un señor se le descompuso su tsuru afuera de la mencionada casa. Vaya, el señor tuvo que bajarse a empujar su cochecito, y lo peor de todo es que traía a toda su familia en él. El pobre hombre ya no sabía ni dónde meterse. Mi papá salió a ver en qué podía ayudar.
Y en eso aparecen en el balconcito que da a la calle las señoras de la casa. Aclaración, nadie iba a entrar o salir de la cochera, no estaba completamente bloqueada la entrada y bueno, era una emergencia.
Entonces comienza el show. La señora y toda su fina familia comienzan a gritarle al señor que quite su cochinada de coche (ojalá se lo hubieran dicho con esas palabras) de la entrada de SU casa y que si no puede, pues ellas le van a hacer el favor de llamar a la grúa (con costo para él, obviamente).
Mi papá movió su camioneta, y dejó que el pobre señor se estacionara en el lugar que generalmente nosotros ocupamos, hasta que llegó un mecánico y le ayudó a arreglar el coche. Pero durante este tiempo las señoras, mis finas vecinas, salían cada diez minutos a ver si la grúa se había llevado ya "el pedazo de chatarra ese" . Porque.ellas.son.dueñas.de.la."·$%·$%&.calle.

Esos son mis finos vecinos.

sábado, 23 de enero de 2010

Alba descubre el hilo negro... o la importancia de llamarse Licenciado

Estoy colaborando con un proyecto sobre "democratización en México"... si, ajá.
Una de las cosas que tengo que hacer es conseguir entrevistas con políticos y "gente importante" en el estado de Veracruz. No es por snob (bueno, sí) pero una pensaría que decir que va de "El Colegio de México" ayudaría en algo (ilusa). La verdad es que una tiene suerte si alguien conoce la escuela, y la reacción de los más es "ahí estudió Verónica Castro" o "ah, sí, la de maristas". Pues no, pero ¿qué se le va a hacer?

Recientemente acabo de descubrir que los poderosos no son esos señores (y señoras, para que no me acusen las feministas) diputados, dirigentes de partido o de alguna organización civil. Oh, no, ellos están a merced del poder fáctico. Y ese poder no es el tío Fide, ni Felipe Calderón, son las secretarias.

Me explico. Una llega muy mona con su cv, copia del proyecto y copia de las preguntas bajo el brazo a la oficina de (inserte institución aquí) y antes de poder ver al diputado o director tiene que esperar en el lobby. Ante la mirada inquisidora de una secretaria que invariablemente tiene en su mesa una combinación de a) desayuno/lunch y b) catálogos de zapatos, lencería o tupperware, una explica que la entrevista es muy importante, que definirá los estudios sobre democratización, y si todo eso falla, pues que a una le pagan por esto y que se apiade.

Pero la señoras y señoritas que con su dulzura acostumbrada reciben a la gente ya se saben todas estas artimañas, supongo que no soy la primera que busca una entrevista. Y entonces resulta que
-Es que fíjese que el Licenciado está muy ocupado,
-Es que no ha llegado, y al rato se va a México y quién sabe si la reciba,
-Es que déjeme sus datos, yo le comento al Licenciado en cuanto llegue,
-Es que me dejó sus datos mal la vez pasada, y por eso no le pudimos llamar de vuelta,
-Es que están en junta, y pues no los puedo molestar,
-Es que cómo le explico que no, o sea, no, hay tiempo para darle la entrevista.

Todo esto me sucedió cuando yo me presentaba como "Alba León, de El Colegio de México". Entonces mi padre, con la sabiduría de los años me dijo "hija, ¿por qué no te presentas como la Licenciada Alba León?". Nunca pensé que funcionaría porque, a pesar de que efectivamente ya terminé la licenciatura, hasta en el cine me piden mi credencial de elector para pasar a ver películas clasificación "B", y de bares ni hablar... no me quieren vender mas que agua de jamaica. Pero vuelvo al tema.

A partir de entonces, llego igual con mi carpetita verde bajo el brazo, mis taconcitos, toda mona yo, y con paso firme me aproximo a las mismas señoritas de memoria corta, porque no me recuerdan, y les digo "Soy la Licenciada Alba León, y quiero una entrevista con (inserte nombre aquí)"
Ni tardas ni perezosas, las mismas señoritas me ven, me piden un momento, le hablan al secretario particular del entrevistado-to-be, y le dicen que está afuera una licenciada de México, con un asunto de suprema importancia sobre demo... algo, y que cuándo me puede recibir el personaje. Así cuando una se impone, y logra pasar al secretario particular ya tiene la entrevista. Pero para ello necesita ser licenciada.

Ahora que soy la Licenciada León, hasta me devuelven las llamadas... he, por fin, descubierto el hilo negro.